Fotografías aéreas revelan un complejo sistema hidráulico indígena en Bogotá

Ilustración describiendo la sabana de Bogotá viendo desde el Cerro Suba observando el territorio donde el río Bogotá fluye a través del paisaje.

Por Camilo Garzón y Santiago Flórez | 5 marzo 2021

Los complejos sistemas hidráulicos construidos por los Muisca ayudaron a desarrollar los vibrantes humedales urbanos de la capital de Colombia. 

Los humedales de Bogotá son uno de los ecosistemas más importantes y biodiversos de la ciudad capital Colombiana. Son la base de muchos esfuerzos de conservación, debido a que contribuyen al mejoramiento de la calidad del agua y aire, mitigan inundaciones y proveen un hábitat para especies migratorias y endémicas. 

Los humedales no sólo son producto de las condiciones ecológicas del área, también son producto de la construcción y la después desactivación de los complejos sistemas hidráulicos establecidos por los grupos indígenas que habitaron este territorio durante el periodo precolombino, como es explicado en el artículo publicado en SPAL- Revista de Prehistoria y Arqueología por Lorena Rodríguez Gallo, profesora de historia e investigadora de la Universidad Nacional de Colombia. El trabajo de Rodríguez describe cómo los humanos han transformado este paisaje a lo largo de miles de años. 

Hoy, las áreas estudiadas por Lorena se encuentran en una meseta de alta altitud (promediando 2,550 metros) en los Andes Colombianos conocidos como la sabana de Bogotá, la cual se inunda cada año durante la temporada de lluvias. El suelo arcilloso de la región tiene baja permeabilidad y durante las inundaciones rutinariamente daña caminos, hogares y negocios. 

Hace 500 años, sin embargo, la ciudad lucía muy diferente. Aunque la región alrededor de Bogotá fue, de acuerdo con Rodríguez, “una planicie altamente inundable con un difícil drenaje [natural]”, estos grupos indígenas desarrollaron y operaron un sofisticado sistema que utilizaba las inundaciones de la región a su favor. 

Calamoncillo y cuí en un humedal de Bogotá
Calamoncillos americanos y cuís, son sólo algunas de las especies a las que los humedales de Bogotá les provee hábitat. Crédito Santiago Flórez

¿Quiénes son los Muisca? 

Los primeros humanos que llegaron a la región de Bogotá lo hicieron hace aproximadamente 12,000 años. La domesticación de animales como los cuis y la construcción del sistema hidráulico descrito por el análisis de Rodríguez permitieron a algunos grupos asentarse permanentemente hace 3,000 años. Evidencia arqueológica e histórica sugiere que los habitantes de la región eran culturalmente diversos, describiendo una serie de asentamientos densamente poblados sin ninguna unión política.

Los colonizadores europeos, que llegaron a la región de Bogotá en 1537, llamaron a estas poblaciones Muiscas. Tradicionalmente se cree que la palabra viene de moxiga en el lenguaje Chibcha, que se traduce a “las personas que viven en la montaña”. Sin embargo, las descripciones lingüísticas utilizadas por los primeros europeos que llegaron al área son problemáticas; se traducen desde sus propias equivalencias culturales, las cuales no respetan o reflejan la realidad de los grupos indígenas. 

En este artículo, nos referimos a los Muisca como los grupos indígenas que los primeros europeos se encontraron en los Andes Colombianos, quienes compartían un lenguaje que pertenecía a la familia Chibcha y que encarnan la identidad cultural heterogénea.

Canales y camellones 

El altamente complejo sistema hidráulico en Bogotá antigua consistía de canales y camellones desarrollados por los muiscas. Los canales fueron diseñados como drenaje para “controlar los altos volúmenes de agua que pueden llegar durante una inundación”, dijo Rodríguez, y para transportar el exceso de agua a las zonas de mitigación, áreas que fueron creadas para ser cultivadas e inundadas intencionalmente. Las zonas de mitigación proporcionaron un hábitat para animales que podían ser cazados por comunidades indígenas. 

Los camellones eran campos agrícolas elevados. Estas plataformas de tierra se elevaban aproximadamente 50-70 centímetros del piso y eran de 20-50 metros de largo por 2-5 metros de ancho. “Los Muisca utilizaban los camellones para cultivar maíz, frijoles, calabazas y papas, y diseñaron camellones que proporcionaban la humedad apropiada para las raíces de las plantas”. 

La conexión entre la visión del mundo de los Muisca y los sistemas naturales es más una relación dialéctica, interdependiente, encontrada en sistemas antiguos indígenas alrededor del mundo.

El trabajo de Rodríguez que documenta la ingeniera Muisca en Bogotá y sus efectos en el paisaje precolombino reta la idea que los grupos indígenas vivían en equilibrio con l naturaleza. De hecho, dijo, que la conexión es más una relación dialéctica, interdependiente, donde los grupos indígenas y la naturaleza eran parte de un dar y tomar que beneficiaba a los humanos y que alentaba la biodiversidad conforme transformaban su entorno. 

El sistema hidráulico Muisca, por ejemplo, fue una respuesta a las constantes inundaciones de la región. El sistema le permitió a los Muisca producir grandes cantidades de comida y crear zonas de mitigación con alta biodiversidad: plantas terrestres y de humedales, así como, animales como el venado cola blanca, aves, peces, patos y moluscos de agua dulce. Esta relación no es única y puede ser encontrada en los sistemas indígenas alrededor del mundo. Los Ma’dan, por ejemplo, crearon plataformas elevadas para cultivos en los humedales sureños de Iraq. 

La desaparición del sistema hidráulico 

Los canales y camellones de la región de Bogotá son rara vez mencionados en registros históricos. Rodríguez piensa que la “desactivación del sistema hidráulico fue prácticamente imediata”, gracias al genocidio cultural de los Muisca y su pérdida de acceso a la tierra. Esta idea es apoyada por Carl Langebaek, antropólogo, arqueólogo y profesor de la Universidad de los Andes en Bogotá. Langebaek dijo que los conquistadores no tenían los antecedentes culturales ni el interés de entender o importarse por el sistema hidráulico indígena. 

“[Los europeos] venían de una sociedad que dependía del ganado y cultivos de temporadas, como los olivos y la viticultura”, dijo Langebaek. El sistema hidráulico Muisca, dependiente de las inundaciones y de la biodiversidad de alimentos, era desconocido para ellos. Los primeros europeos “tenían una mentalidad de extracción para hacerse ricos rápidamente con oro”.

El método interdisciplinario: Fotos aéreas e interpretación. 

Durante la segunda mitad del siglo XX, Bogotá creció rápida y caóticamente, transformándose de una ciudad de 700,000 habitantes en la década de 1950 a más de 7 millones hoy en día. Ésta rápida expansión destruyó muchos ecosistemas y sitios arqueológicos. Para superar esta dificultad al estudiar el pasado geográfico de la región, Rodríguez utilizó fotos aéreas tomadas desde la década de 1930 a la de 1950 y las comparó con los registros arqueológicos e históricos. 

Estas fotos “dan la impresión de que los camellones parecen un tablero de ajedrez construido en diferentes direcciones” dijo Rodríguez. Ella fue capaz de contextualizar, documentar y detectar los “procesos de transformación del mismo grupo de humanos a lo largo del tiempo” gracias a las diferencias históricas y geográficas en el color del suelo y la vegetación, identificando la erosión y la presencia humana en los vestigios de los camellones.

Rodríguez complementó el análisis de las fotos aéreas con enfoques interdisciplinarios. Ella utilizó referencias paleobotánicas para describir “cómo el espacio ecológico fue en ese momento en el tiempo… y qué estaban cultivando”. 

La cartografía y toponimia (el estudio del nombre de lugares y cómo se nombran) histórica también proporcionaron recursos esenciales. Por ejemplo, Rodríguez encontró que en Soacha, un municipio en el área metropolitana de Bogotá, “había muchas palabras derivadas de chucua, palabra Chibcha que significa laguna. No hay ninguna laguna en el área, pero la palabra aparece tanto que sugiere que en el pasado si había una laguna o una zona de mitigación”.

Langebaek concuerda: “El valor del agua es muy significativo”. Todos los sitios sagrados en el área de Bogotá están “relacionados al agua, mientras que otros sitios sagrados Muiscas de otras regiones están relacionados al Sol. Ellos entendían la importancia del agua para su supervivencia. Una importante lección para nosotros hoy en día”. 

árboles alineados en un camino con sombra en un bosque urbano el Bogotá.
La Conejera, es un humedal de 59 hectáreas, uno de los bosques urbanos de humedal de Bogotá. Crédito Camilo Garzón.

Las zonas de mitigación creadas por los Muisca para proteger a sus cultivos de inundaciones se convirtieron humedales que mantienen algunos de los ecosistemas más diversos en la ciudad. Sin embargo, desde la década de 1940, Bogotá perdió más del 90% de estas áreas de humedales conforme la ciudad continúa construyendo nuevos caminos y áreas residenciales para alcanzar el ritmo del crecimiento poblacional y otros retos.

Construir en los humedales de Bogotá ha incentivado un fuerte debate en la ciudad. Los desarrolladores mencionan que necesitan incrementar la infraestructura para apoyar la economía local, mientras organizaciones ambientales están trabajando para preservar los beneficios ecosistémicos que son el producto de una larga historia de modificación del paisaje influenciada por los humanos. 

-Por: Camilo Garzón (@CamiloAGarzonC) y Santiago Flórez (@rflorezsantiago) escritores de ciencia

This translation was made possible by a partnership with Planeteando. Esta traducción fue posible gracias a una asociación con Planeteando. Traducción de Edith Emilia Carriquiry Chequer (@eecarry) y edición de Camilo Garzón (@CamiloAGarzonC) y Santiago Flórez (@rflorezsantiago)

 

 Garzón, C., and S. Flórez (2021), Aerial photographs uncover Bogotá’s Indigenous hydraulic system, Eos, 102, https://doi.org/10.1029/2021EO155475. Published on 05 March 2021.

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