Convertirse en “carbon neutral” parece ser la meta más ansiada, aquella que nos acercaría a materializar la esperanza en realidad. Para ello, los offsets, o compensaciones, han surgido como una herramienta de mitigación de gases de efecto invernadero con la que países pueden seguir contaminando siempre y cuando apoyen financieramente otros proyectos que disminuyan las emisiones. Esto pareciera dibujar un futuro más prometedor, sin embargo, la forma en la que redefinen nuestro acercamiento con el medio ambiente puede no ser el más adecuado.
Olvidémonos de aspectos generales como que estas compensaciones deban ser reales (que exista evidencia que el proyecto remueve o evita emisiones), adicionales (demostrar que las no-emisiones/reducciones no ocurrirían sin la existencia del proyecto), medibles (que el volumen de las no-emisiones/reducciones pueden ser medidas con precisión), y verificables (que una tercera parte verifique dichas reducciones), y vayamos a lo que nos truje: ¿compensar justifica el contaminar?
Los números son tremendos, los mercados voluntarios de carbono no paran de crecer, es decir que la confianza en éstos crece y crece tanto como el saudade cruzazulino por el campeonato del 97.
Por ejemplo, según Ecosystem Market Place existen 83 países con proyectos dentro de este mercado voluntario, y desde 2005, han reducido, secuestrado o evitado alrededor de 437.1 MtCO2e, lo que es más de las emisiones vinculadas a energía en Australia en el año 2016. Sin embargo, los volúmenes de compensaciones emitidas, tramitadas y retiradas son métricas importantes para determinar el tamaño del mercado, pero ninguno de ellos es un indicador integral de las reducciones de emisiones generales y los beneficios climáticos logrados por los proyectos en el mercado voluntario.
Ahora, donde radica el problema es en la aproximación al cuidado del medio ambiente que estos mercados implícitamente parecieran sugerir, esto es, dar pie a respaldar un modo de vida sin esfuerzos siempre y cuando se compense el daño, en lugar de evitar los desperdicios y el consumismo.
Por ejemplo, en el artículo “Bienes fuera de lo común: Sobre virtudes ambientales y compensaciones de carbono voluntarias”* de la revista Harvard Law Review, se hace una crítica a este mercado, ya que es un sistema que promueve acciones correctas sólo por cumplir un deber o alcanzar un resultado correcto, pero sin que estas acciones sean una manifestación de buena voluntad. Es decir, participar voluntariamente en este mercado no implica que se fomenten los valores de proteger al medio ambiente ni de ser el tipo de persona que encarna virtudes ambientales.
Pa’ acabar pronto, no sólo se trata del resultado final sino del cómo se llega a él y de cómo neutralizar nuestra huella de carbono sin acudir a offsets/compensaciones. Y pues eso planetarios, lo que parece que sucede con los mercados voluntarios es que podrían estar transformando peligrosamente la manera en qué nos relacionamos con el medio ambiente.
- Título original: “Uncommon Goods: On Environmental Virtues and Voluntary Carbon Offsets”