Esto no es una explicación biológica de qué es el coronavirus. Tampoco es un texto institucional de cómo actuar ante la enfermedad. Ni un reporte de cómo las economías mejoran o colapsan por la latente amenaza. Entonces, ¿qué es esto? Una charla y una invitación para reflexionar sobre las noticias que presentan los medios de comunicación y la respuesta racista de algunos sectores de la sociedad ante este evento.
Sabemos que el coronavirus (SARS-CoV-2 nombre del virus o COVID-19 nombre de la enfermedad) ha causado hasta el momento más de 4’000 muertes y más de 100’000 casos diagnosticados en por lo menos 100 países, según informa El Centro de Ciencias e Ingeniería de Sistemas de la Universidad Johns Hopkins quien creó un mapa mundial donde señala los países y regiones afectados por el virus en tiempo real.

Como bien se ha documentado, el primer caso reportado fue en la ciudad de Wuhan, China a finales del 2019. Ahora, el país asiático tiene más de 80’754 casos y ha presentado alrededor de 3’097 muertes. Sin embargo, también tiene un porcentaje alto de personas recuperadas. El día de ayer (9 de marzo de 2020), fue el día con el menor número de nuevos casos reportados en varios meses (44 nuevos casos) y la Comisión Nacional de Salud de China anunció que en algunas regiones ya no se están detectando más, según informa en periódico El País.
Ante esta situación que se ha convertido en un problema mundial, uno pensaría que las personas desearían la recuperación del mayor número posible de seres humanos y que la situación se controlara de la mejor forma a través de la colaboración internacional, pero la realidad ha sido otra. Nos hemos encontrado con estos leviatanes ocultos que se asoman cuando tienen la oportunidad: el racismo y la xenofobia.
Como ya había mencionado anteriormente en el texto La Pirotecnia es de nacos, el racismo es una forma de distinguir de un grupo de personas a otras por sus características físicas que son respaldadas por “argumentos” biológicos y naturales. Esta idea ayuda a concebir la noción de “razas” y ha sida utilizada a lo largo de la historia para establecer jerarquías, es decir, plantear que una raza es superior a otra.
La xenofobia, según cita la Real Academia Española, es la fobia que existe hacia lo extranjero. Esto es, el odio o rechazo hacia grupos de personas de identidades culturales diferentes a la propia. En este sentido existe también una palabra (aún no retomada por la Real Academia Española) para nombrar el rechazo y repulsión particular hacia las personas y las culturas de China: la sinofobia.
Y bueno, podrías preguntarte ¿por qué tengo que saber esto? Vámonos por puntos.
¿Recuerdan que hace un año hubo dos ataques en mezquitas en la ciudad de Christchurch, Nueva Zelanda que dejaron 51 muertos y 49 heridos? Bernard Terrant fue la persona que perpetró los asesinatos y se declaró “ecofacista por naturaleza” en su manifiesto llamado la “La gran sustitución”, mismo título e ideas que en la obra de Renaud Camus —escritor francés e ideólogo de movimientos neofacistas—. Terrant afirmó en su manifiesto, según nos relata Marco Appel en su texto “El sanguinario resurgimiento del ecofascismo”, que estaba convencido que la protección del medio ambiente estaba ligada con la supervivencia y poderío de la raza blanca, hasta incluyó en su manifiesto un capítulo llamado “El nacionalismo verde es el único nacionalismo”, donde deja clara una supuesta relación entre la sobrepoblación y la destrucción de la naturaleza.
Asimismo, el 3 de agosto del 2019 en El Paso, Texas hubo un tiroteo que ocasionó la muerte de 22 personas y 24 heridos. Ese mismo día se publicó en internet un manifiesto que mencionaba ”una invasión hispana a Texas” y que una forma de volver la vida más sustentable era deshacerse de suficientes personas. El principal sospechoso es Patrick Crusius, un joven blanco de 21 años, y que actualmente sigue en juicio.
Pues bien, ya mostramos una de las relaciones extremistas entre la xenofobia y el medio ambiente. ¿Pero esto qué tiene que ver con China y el coronavirus?
En los últimos meses China —y otros países asiáticos— se ha enfrentado a ataques racistas y xenófobos alrededor del mundo exacerbados por la proliferación del nuevo virus. Paloma Chen, periodista que trabaja en proyectos sobre cultura, arte, inmigración, sociedad y China, escribió en su artículo El coronavirus que <<justifica>> la sinofobia, que ante los crecientes casos de discriminación y xenofobia, que van desde apelaciones en la calle, miradas ofensivas hasta marginación de escuelas y trabajos, se ha conformado una campaña de personas anónimas que cuentan su experiencia y reciben apoyo: “No soy un virus”. La periodista menciona:
“Antonio Liu Yang o Yong Li, participantes de la campaña, explicaron que pretenden crear una plataforma antirracista con continuidad, que no trabaje solo los brotes más explícitos de xenofobia, como el impulsado por el coronavirus, sino que abogue, en un primer paso, en la dirección de la normalización de ser una persona asiática en una sociedad occidental, y más adelante, en el alcance de representación política y poder institucional, pasando por la educación y la promoción del diálogo entre las minorías y las mayorías”.
Un caso más impactante es el de Jonathan Mok, estudiante originario de Singapur, que fue atacado por las calles de Oxford. Los atacantes reclamaron que no querían el coronavirus en su país y exigieron que no se atreviera a mirarlos. El estudiante expresó enojo ante estos actos racistas y xenófobos. ¿Y quién no lo haría?
Los medios de comunicación no se quedan atrás. Es falso que las notas periodísticas sean objetivas o neutras. Cualquier medio de comunicación tiene una ideología y propósito al redactar contenido informativo. Detrás de un texto, hay un editor, un reportero o un columnista que tiene una posición y la comparte. Es por eso que, al momento de escribir, se tiene una responsabilidad y una ética que va a reafirmar o negar ciertas posiciones en la sociedad.
Un ejemplo de ello es la noticia que compartió la BBC News: “Coronavirus: Imágenes de la Nasa muestran la disminución de contaminantes en China por la desaceleración económica”. En la nota se menciona la baja gradual de dióxido de nitrógeno, la actividad industrial y los casos presentados, así como la muerte de personas. Y, ¿cómo se reaccionó ante esto?

Cuando Planeteando compartió esta noticia las principales respuestas fueron: “eso es control biológico”, “debemos rescatar los puntos positivos ante la tragedia”, “las pandemias han servido para controlar la sobrepoblación” —píquenle al video de Thanos—. Estas respuestas absurdas nos deshumanizan. Las muertes de personas son una tragedia y por nada del mundo podemos decir que lo que está pasando es lo mejor para los seres humanos, o tiene algo de positivo. La poca empatía nos puede llevar a declaraciones que asustan. Ya vimos que un extremo ha generado matanzas de personas, y los no tan extremistas han provocado que personas de origen asiático emprendan acciones colectivas para defender su estatus de ser humano, cuando eso no debería defenderse porque todos debemos reconocernos como seres humanos. Quizá es momento de hablar, de decir fuertemente que las razas no existen, pero sí existe el racismo producto de la racialización emprendida por una élite blanca, y debemos denunciarla. Eso era todo. Teníamos que hablar del coronavirus.