Geoingeniería: lo bueno, lo malo y lo feo

Actualmente vivimos en una época de constantes descubrimientos y avances tecnológicos que tan solo hace algunos años parecían imposibles. Ah, la tecnología, como nos facilita la vida en nuestro día a día.

Pero, ¿acaso también podrá ayudarnos a minimizar el problema global del cambio climático? Algunos creen que la geoingeniería podría hacerlo.

La modificación artificial del clima no es una idea tan nueva. Desde aproximadamente el año de 1840 se tiene registro de las primeras propuestas, aunque el término de ‘geoingeniería’ como tal fue utilizado por primera vez en 1977 por el físico italiano Cesare Marchetti.

Formalmente, el concepto de geoingeniería se refiere a todo aquel conjunto de tecnologías diseñadas para intervenir y alterar de forma deliberada el sistema climático terrestre.

Las técnicas que proponen alterar algún componente del sistema climático son numerosas y diferentes entre sí, pero en general suelen agruparse en dos grandes grupos: en las técnicas relacionadas con el manejo de la radiación solar y en las técnicas relacionadas con la remoción de dióxido de carbono.

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Información de IPCC y Geoengineering Monitor

Hasta el momento, este tipo de tecnologías están en sus primeras fases de desarrollo y de experimentación. A pesar de que existe un registro detallado del número y tipo de experimentos que se han realizado en diferentes partes del mundo, aún no se conoce con certeza si funcionarán o no para ayudar contra el cambio climático.

Algo que es necesario resaltar es que la geoingeniería no debe de tomarse en cuenta como un método de mitigación, sino más bien como un complemento que nos ayudará a comprar tiempo, pues la medida más efectiva es reducir globalmente nuestras emisiones de gases de efecto invernadero.

Unas de las principales preocupaciones que ha generado el uso de este tipo de tecnologías es que se reduzca el ímpetu social y político, pues algunos gobiernos e industrias podrían tomar como excusa a la geoingeniería para no reducir sus emisiones y seguir utilizando combustibles fósiles.

Otro problema radica en que se desconocen los efectos adversos sociales y ambientales que la implementación de estas tecnologías podría producir. Además, tampoco se cuentan con instrumentos normativos de regulación ni de gobernanza, incluso algunos grupos han expresado su preocupación de que la geoingeniería llegue a utilizarse con fines armamentistas.

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La realidad es que aún estamos a buen tiempo de evitar un futuro distópico al puro estilo de Black Mirror. Mientras más nos apuremos a reducir nuestras emisiones de CO2 y a transitar hacia un estilo de vida sostenible tendremos menos necesidad de usar este tipo de tecnologías. La geoingeniería aún tiene mucho camino por recorrer para pueda cumplir su propósito de apoyar a combatir el cambio climático sin que llegue a vulnerar los derechos humanos y al resto de los seres vivos.