Luces de terremoto: coqueteo entre la corteza y la atmósfera.

El sismo del 7 de septiembre de 2017 que sacudió el sur de México desató un sinfín de reacciones en la población del país, pero tal vez lo que más llamó la atención fueron los “flashazos” en cielo, que maravillaron y hasta aterrorizaron a millones de capitalinxs, ¿estábamos viviendo el inicio del fin del Mundo o qué rayos sucedía sobre la CDMX?

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Luces del 7 de septiembre en la Ciudad de México. Fuente: Twitter

Durante años cientos de personas alrededor de todo el mundo han reportado el avistamiento de fenómenos luminosos en el cielo, que parecen estar íntimamente ligados a la actividad sísmica del planeta. Estos fenómenos se han denominado “luces de terremoto” y son luminosidades anómalas que ocurren en la atmósfera o la interfaz atmósfera-corteza debido a los esfuerzos ocasionados en las rocas por las ondas sísmicas. Estas luces pueden ocurrir antes, durante o (raramente) después de la actividad sísmica y pueden manifestarse como rayos, bandas de luz en la atmósfera, globos brillantes, “flamas” que salen desde la superficie o descargas eléctricas. Aunque estos fenómenos son más bien raros, su espectacularidad ha fascinado a una gran cantidad de gente, llevando a algunas de ellas a estudiarlos.

¿Cómo ocurren?

Hay varias hipótesis que intentan explicar las luces de terremoto, y aunque hay quien ha optado por explicarlas como producto de extraterrestres visitándonos, lo cierto es que podemos encontrar la respuesta bajo nuestros pies: todo es producto de las propiedades eléctricas de los minerales que constituyen las rocas.

La piezoelectricidad era uno de los mecanismos que se creía explicaba mejor las luces de terremoto, sin embargo, en los últimos años se ha optado por abogar a otro, el cual se basa en que los minerales poseen algunos enlaces (o imperfecciones) que tienen una carga parcialmente positiva (conocida como “hueco”), que generalmente se encuentran aislados y estáticos en la estructura de los cristales. Cuando las rocas son sometidas a esfuerzos, las imperfecciones que contienen los minerales empiezan a desplazarse y permiten que estos enlaces se rompan y los “huecos” se muevan a través de los cristales, trasladando así las zonas cargadas y permitiendo que  se concentren  en la superficie terrestre, creando una carga neta ahí. Cuando los movimientos en las rocas (sobre todo en rocas como el gabro y el basalto) son muy rápidos y constantes,  los huecos pueden moverse más fácilmente y causar mayores concentraciones de carga, que incluso pueden salir “disparadas” a la atmósfera generando destellos de luz que salen del piso; el paso de las ondas sísmicas a través de la corteza puede generar estos movimientos rápidos, sobre todo si el terremoto liberó una gran cantidad de energía.

Para entender mejor cómo ocurren los flashazos, miremos hacia la atmósfera. En esta esfera terrestre hay varias partículas cargadas, que generalmente tienen una distribución uniforme, pero cuando existe una zona cargada en la superficie, los iones en la atmósfera de carga opuesta se moverán sobre esa región, generando potenciales eléctricos, permitiendo así el “salto” de electrones de un lugar a otro, lo que nosotros vemos como las luces del terremoto.

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Luces de terremoto en Japón. Fuente: The Earthquake Engineering Online Archive , Universidad de California Berkeley

Si bien las instituciones mexicanas han dicho que las luces vistas durante el terremoto del 7 de septiembre fueron provocadas por explosiones en transformadores eléctricos, lo cierto es que estos fenómenos son posibles durante los sismos, y las flashazos que se vieron en la CDMX pudieron haber estado relacionados con el terremoto, pero nada puede segurarse hasta realizar una investigación más profunda al respecto. Ahora que sabes esto, la próxima vez que ocurra un sismo, después de ponerte a SALVO, no olvides voltear al cielo para ver si está ocurriendo una danza de luces, producto de la interacción entra la corteza y la atmósfera terrestres.