Plantas: la red protectora del suelo

Las plantas tienen un papel muy importante en la conservación del suelo, un recurso natural fundamental que cubre gran parte de la superficie continental. El agua y el viento, entre otros agentes, pueden transportar los componentes del suelo de un lugar a otro, proceso que conocemos como erosión. La velocidad con la que se erosiona el suelo varía de un lugar a otro dependiendo de las características de éste, y de factores como el clima y la pendiente. Por ejemplo, en un sitio con lluvias y con pendiente, las partículas del suelo son golpeadas con intensidad por las gotas de lluvia, y transportadas por las corrientes formadas con el escurrimiento del agua. Otro ejemplo sería algún sitio con condiciones secas, en las que los vientos pueden levantar y transportar las partículas del suelo.

La vegetación tiene una función fundamental en la protección del suelo contra la erosión, pues evita  que se lo lleve el agua o el viento. Las plantas utilizan sus raíces para absorber agua y nutrientes, pero también les sirven de sostén para aferrarse al sustrato. Puedes comprobar esto si  alguna vez tratas de arrancar una planta con todo y raíz, si haces esto podrás ver cómo gran parte de la tierra en que se encontraba quedará atrapada en las raíces de la planta. Esta es una de las formas en las que las plantas detienen la erosión del suelo, pues en conjunto forman una gran red de raíces que no permite que las partículas de suelo sean desplazadas por el agua o el viento; es como si con sus raíces la dieran un gran abrazo grupal al suelo para que no se vaya.

Las hojas y tallos también disminuyen la erosión de varias formas. Como mencioné anteriormente, las gotas de lluvia golpean con gran intensidad al suelo, este impacto provoca que sus partículas sean lanzadas a grandes distancias. Una evidencia de esto, fácil de ver, es la barda de los parques: en muchas ocasiones si observamos la parte baja de ésta vemos que está manchada de tierra, tales manchas son las partículas de suelo que fueron lanzadas del suelo del parque al muro por el impacto de las gotas de lluvia (Figura 1). Por el contrario, cuando el suelo está bien cubierto de tallos y hojas caídas, o de plantas que crecen a ras de suelo, estos funcionan de escudo recibiendo el impacto de la lluvia en vez de que lo reciba directamente el suelo. Además, también ayudan a disminuir la velocidad del flujo del agua, y funcionan como cubierta contra los rayos del sol, impidiendo así que el suelo se reseque y pierda la humedad que lo retiene y que propicia la vida de diversos organismos que viven en el suelo, como hongos, protozoarios, pequeños animales y las mismas plantas.

Figura 1. Pared del parque con partículas de suelo transportadas por el golpe de las gotas de lluvia. Fotografía: Pedro A. Tristán Flores

Cuando la velocidad de erosión del suelo es mayor que la de su formación, dicho suelo está en riesgo de perderse, afortunadamente las plantas también contribuyen a la formación del suelo.  A través de las raíces, la vegetación provee de minerales que absorben desde las zonas más profundas y lo recargan de materia orgánica para su degradación.

En general cualquier uso de la tierra que modifique la vegetación original, o que deje descubierto el suelo, contribuye a su degradación. La tala inmoderada, expansión de la agricultura y la expansión de la ganadería han transformado los ecosistemas naturales, eliminando la cubierta vegetal que lo protege de la erosión. Además, el pastoreo y la compactación del suelo por los animales de ganado afectan la vegetación eliminándola y reduciendo la posibilidad de que crezcan nuevas plantas.

Los suelos en buen estado son la base para la supervivencia de todas las especies, incluyendo el humano, pues es un resguardo para la biodiversidad, que a su vez nos provee de distintos servicios ecosistémicos como alimentos o aire limpio. El suelo contiene diversos nutrientes y funciones ecológicas, por lo tanto su pérdida tiene un gran impacto en la agricultura y para la salud de los ecosistemas naturales, ya que muchos de los ciclos biogeoquímicos dependen del suelo. Al afectar dichos procesos el ecosistema se ve fuertemente afectado. Es por eso que la conservación de áreas naturales protegidas, y estrategias sustentables de aprovechamiento de los recursos naturales, como los sistemas agroecológicos, son de vital importancia para el bienestar de las generaciones presentes y futuras.

Imagen de portada por Luke Southern de Unsplash