En los años 90s, la Ciudad de México era mundialmente famosa por su contaminación atmosférica caracterizada, en aquel entonces, por niveles nunca antes vistos, y altamente peligrosos, de ozono. El extinto Distrito Federal saldría de aquel enorme problema ambiental al quitarle el plomo a la gasolina que utilizan millones de automóviles cada día. La crisis del ozono fue “superada” reduciendo los niveles promedio de ozono en 30-40% pero en la década de los 2000 se hizo evidente un nuevo problema, uno quizá más letal: el material particulado, abreviado PM por sus siglas en inglés.

Los aerosoles atmosféricos son partículas sólidas, líquidas o mixtas que se encuentran suspendidas en la atmósfera ya que tienen un tamaño lo suficientemente pequeño para flotar y dispersarse con el viento. Las partículas PM10 y PM2.5 reciben su nombre por su tamaño, específicamente por su diámetro (ver ilustración). Las partículas cuyo diámetro es menor a 10 micrómetros son denominadas PM10 y cuando el diámetro es menor a 2.5 micrómetros como PM2.5. Comparadas con el ancho de un cabello humano las partículas PM10 y PM2.5 tienen un diámetro 10 veces menor (ver imagen), y de hecho tienen un tamaño muy parecido al del nuevo coronavirus SARS-CoV-2.
El tamaño tan pequeño de las partículas PM2.5 les permite penetrar las estructuras del sistema respiratorio y llegar a lo más profundo de los pulmones, que es donde ocurre el intercambio gaseoso y se provee de oxígeno a tu cuerpo. Cuando entran en esta zona, las PM2.5 dañan a tus células y desde ahí pueden entrar al sistema circulatorio, que finalmente las puede transportar por todo tu cuerpo. En una megaciudad la mayoría de las partículas de PM2.5 provienen (1) del escape de un vehículo, (2) de una construcción o pavimentación o (3) de un incendio forestal por lo que en su mayoría estas partículas están compuestas de sustancias tóxicas.
Impactos en la salud por material particulado PM10 y PM2.5
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que cada año las partículas PM10 y PM2.5 causan la muerte de 7 millones de personas, la mayoría de ellas en megaciudades como la Ciudad de México. Existen muchos efectos adversos por respirar partículas tóxicas que llegan a la sangre, desde pequeños dolores de cabeza en días muy contaminados que todo chilango ha experimentado, pasando por aumentar tanto la mortalidad en personas con enfermedades respiratorias, como la probabilidad de desarrollar cáncer pulmonar, y hasta incluso afectar la salud mental de niños. Por ejemplo, metales típicos en las partículas (como arsénico, cadmio, fierro, zinc y níquel) están relacionados con daño cerebral en jóvenes de la Ciudad de México que pueden incluir disminución en capacidad olfatoria y un cambio en la estructura cerebral.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que cada año las partículas PM10 y PM2.5 causan la muerte de 7 millones de personas, la mayoría de ellas en megaciudades como la Ciudad de México.
La exposición al material particulado resulta dañina tanto por respirar concentraciones muy altas en espacios cortos de tiempo (1 día muy contaminado) pero también por respirar concentraciones moderadas por mucho tiempo (10 años viviendo en una megaciudad). A partir del análisis de cientos de estudios científicos la OMS ha establecido valores recomendados de concentraciones de partículas PM10 y PM2.5 para exposiciones de corto y largo plazo. Estos niveles recomendados para PM son aceptables o de menor riesgo, aunque respirar cualquier cantidad de partículas tóxicas es dañino. Para PM10, el valor recomendado para promedios de un día es de 20 microgramos por metro cúbico, y para PM2.5 es de 10 microgramos por metro cúbico (μg m-3).
Del mismo modo, la OMS y diversos estudios han establecido niveles peligrosos de concentraciones de promedio en un día, donde la cantidad de partículas se considera dañina, éstos son 25 y 50 μg m-3 para PM2.5 y PM10, respectivamente. Es decir, que si el promedio de un día en una ciudad es mayor a estos niveles los habitantes se encuentran respirando aire que la OMS considera peligrosos o dañinos. ¿Qué valor promedio crees que ha medido la CDMX los últimos diez años para estos dos contaminantes?
Niveles de partículas en la CDMX
En 2019, la CDMX tuvo un promedio anual 27 y 52 μg m-3 para PM2.5 y PM10, respectivamente, ambos ya valores superiores al valor recomendado por la OMS como límites para un día. Esto quiere decir que la mayoría de los días la CDMX supera los valores permitidos de la OMS. ¿Cómo puede pasar esto? ¿Por qué no hay más contingencias, si este es el caso? El plotwist es que la CDMX se rige por una norma nacional para todo el país, publicada en 2014, que tiene sus propios valores límites permisibles, de 45 y 75 μg m-3 para PM2.5 y PM10, respectivamente. Es decir que días donde la cantidad de partículas en la ciudad serían considerados por la OMS como bastante peligrosos pasan desapercibidos en la CDMX.

Pero para que tengamos una idea de qué tantos días de mala calidad de aire tenemos en la CDMXpodemos dividir los días por su calidad del aire medida en concentración de partículas PM10 o PM2.5.
- Buena: concentración menor al valor mínimo recomendado por la OMS.
- Aceptable: concentraciones no tan malas, con valores superiores al valor recomendado como bueno por la OMS pero menor al valor límite permisible o considerado peligroso por la OMS.
- Mala/Peligrosa: concentración superior al valor considerado peligroso por la OMS pero menor al valor límite permisible de la norma mexicana.
- Pésima/muy peligrosa: concentración mayor a la norma mexicana.
La gráfica arriba muestra los resultados de separar las observaciones de PM en la CDMX para el periodo 2010-2019. Para PM10, entre 2010 y 2019 no hubo ningún día que la OMS hubiese considerado que la calidad del aire fue buena mientras que más del 50% de los días la cantidad de partículas en el aire sería considerada peligrosa por la OMS, con 14% siendo incluso por encima de la norma o con calidad del aire muy mala. El caso del PM2.5 es parecido, menos del 5% de los días son de buena calidad del aire, mientras que el 40% de los días la calidad del aire es mala o peligrosa y el 5% de los días los valores superan los límites de la norma mexicana.
Fumando el aire de la ciudad
Respirar PM10 y PM2.5 tiene impactos sobre la salud que resultan muy similares a lo que se conoce como “fumar pasivamente”, que se refiere a respirar humo de cigarros que alguien más está fumando, porque en ambos casos se respiran partículas tóxicas y de tamaños muy similares. Por esta razón, diversos estudios han establecido metodologías para comparar el impacto del PM2.5 con el humo del cigarro, para que podamos tener una mejor perspectiva del efecto de respirar aire contaminado.
El efecto en la salud y en tus pulmones de respirar un día aire con una concentración de PM2.5 de 22 μg m-3 en una megaciudad es equivalente a vivir en una zona rural con aire limpio y respirar aproximadamente un cigarro al día. Por otro lado, un habitante de la Ciudad de México respira una cantidad de partículas equivalente a aproximadamente 1-2 cigarros al día, pero usando esta equivalencia y utilizando las estaciones de monitoreo de la CDMX, se puede observar cuántos cigarros se respiran en la ciudad y cómo varía su distribución espacial.

El mapa muestra que en promedio, un habitante de la CDMX “fuma” entre 300 y 400 cigarros al año, dependiendo de exactamente en qué parte de la ciudad viva, si vive cerca de vías principales o zonas de construcción, entre otros factores. Pero no sólo es eso, durante episodios de extrema contaminación, como el de mayo de 2019, que causó la primera contingencia por PM2.5 registrada en la CDMX, se llegan a medir concentraciones diarias promedio de hasta 160 μg m-3 equivalentes a 7 cigarros al día.
Un habitante de la CDMX “fuma” entre 300 y 400 cigarros al año.
Quizá fumar 400 cigarros no suene demasiado, particularmente si fumas o si tienes familiares que fuman una cajetilla al día pero considera lo siguiente: se estima que cada cigarro que fumas disminuye tu esperanza de vida 11 minutos. De manera que alguien que nació en la CDMX y vivió hasta los 25 años en la ciudad, ha respirado casi diez mil cigarros y ha perdido 2 meses y medio de esperanza de vida tan sólo por los efectos del PM2.5. A este efecto en la salud habría que sumarle los efectos del ozono, del monóxido de carbono, de los óxidos de nitrógeno y sí, también del PM10.
Todos los días, los habitantes de la Ciudad de México respiran un aire cargado de partículas, sufriendo un impacto equivalente a fumar un cigarro al día, y lo más preocupante es que ya está normalizado. Estamos acostumbrados a vivir con el tráfico, la contaminación y la nube gris o café (dependiendo el día) de gases y partículas que respiramos o “fumamos” todos los días.
Jorge Luis García Franco @JorgeLGarciaF