Ser científico: la realidad no es como la pintan. Parte III

Grupo de estudiantes recien graduados lanzando su birrete al cielo frente a un edificio de la universidad

Ya terminé el Doctorado ¿ahora qué voy a hacer de mi vida? A muchos nos pasa como Plankton: “No sé, nunca pensé que llegaría tan lejos”.  Es aquí donde tienes que tomar un respiro y como dicen: un paso a la vez. 

En las anteriores entregas de esta serie hemos hablado de cómo trabaja un científico, los problemas de la ciencia en México y que hay detrás de estudiar en el extranjero. En esta última entrega te voy a hablar de una parte más personal ¿Cómo fue el camino de estudiar un doctorado? ¿Qué sigue? ¿Valió la pena? ¿Sirvió de algo?

Así empezó… 

Hace aproximadamente 10 años empecé en esto de estudiar algo “científico”. Para ser honesto, pasaron una serie de cosas en mi vida que, ahora que lo veo en retrospectiva, me ayudaron mucho. La primera es que yo no tenía planeado estudiar. Cuando estaba en la preparatoria estaba muy disperso y como trabajaba, ingenuamente pensaba que me “iba bien”. Fueron mis papás quienes me dijeron que necesitaba estudiar algo para poder aspirar a un mejor trabajo en el futuro. Es curioso porque ahora que estoy a punto de terminar el doctorado aún no sé en qué voy a trabajar. Puede sonar decepcionante pero de un tiempo para acá, ya no lo veo así, más adelante te explico por qué. Total, por otras cuestiones de la vida que rondan en lo azaroso, terminé estudiando la Licenciatura en Ciencias de la Tierra en la UNAM. 

El tiempo pasó muy rápido y tuve que tomar decisiones importantes. No puedo decir con precisión en qué momento decidí que quería ser científico, simplemente pasó. Hoy, después de altas y bajas, y diez años de enfocarme en la misma área de investigación, es mi sueño. Honestamente, no sé si lo voy a lograr y ahora no me desvelo mucho pensando en eso. He aprendido que lo más importante es la salud mental, la familia, los amigos, las experiencias de vida y seguir tu sueño. No quiero ser dramático pero hasta hace poco lo entendí. Si tu no confías y piensas que puedes cumplir tus sueños, ¿quién más lo hará? Al final, no sabes si lo vas a cumplir a menos que lo intentes hasta el final. Aún así, durante el doctorado me pegó mucho y te voy a explicar por qué.

Doctorado… 

En mi último semestre he hablado con muchxs amigxs, colegxs, asesorxs y muchas personas relacionadas al sector académico. A todxs ustedes, les agradezco enormemente esas pláticas. Concluí que lo que pensaba durante mi vida académica les pasa a muchas personas y es más común de lo que parece. A lo largo de toda la carrera y los posgrados siempre retumban las mismas preguntas ¿En qué voy a trabajar? ¿Valdrá la pena? ¿Hasta cuándo será suficiente? ¿Y si no funciona?

Contestar estas preguntas es bastante difícil, y para ser honesto, aún no tengo las respuestas. Por un lado, es complicado porque no solo te estresas por no tener una respuesta para ti sino también para tus amigos, pareja y familia. Por otro lado, puedes entender que es un camino muy largo y es cuestión de ser perseverante, sin embargo, no hay nada concreto. Es muy simple: en México y el mundo prácticamente no hay plazas para investigadores. No sabes cuándo se abrirá una y no sabes si esa oportunidad estará disponible para ti. Además, la competencia es demasiada y hay veces que puedes sentir que tal vez no eres tan bueno como piensas. A veces es muy frustrante pensar que ya estás a punto de acabar, que llevas muchos años estudiando y aun así, “no sabes tantas cosas como deberías”. Encima de esto, todo el tiempo se trata de publicar en más y mejores revistas y para acabarla de fregar, para poder avanzar en tus experimentos o proyectos dependes de tus asesores, que también están estresados y tienen miles de problemas. Conclusión: estás en un ambiente súper estresante y competitivo en donde te estas preparando todos los días pero no tienes ninguna certeza si podrás llegar a ser investigador ¿Y sabes que es lo peor? Pasa en todo el mundo. 

Hace poco estaba leyendo unos artículos sobre lo que hay detrás de todo esto. Es interesante porque la mayoría coincide en cuatro características de un estudiante de doctorado: sobrecarga de trabajo, futuro incierto, ansiedad y estrés. De igual manera, encontré este blog y este canal donde me topé con estas frases con las que me sentí identificado:

“Sentí la presión de hacer más y más. Estaba decepcionado de mí mismo por mi aparente incapacidad para hacer un doctorado.” Gemma Paech, Ph.D.

 “Lo que estoy diciendo es que no deberías postular a un doctorado si valoras el dinero, el prestigio, el poder o una vida cómoda…” Simon Clark, Ph.D.

¿Y por qué pasa todo esto? Aquí quiero aclarar que este tipo de cosas también son aplicables a todo tipo de profesión y deberíamos tenerlo en mente. Hemos crecido en un mundo donde todos los días nos bombardean con el sinónimo de que el éxito profesional es equivalente al éxito monetario. Tienes que demostrar quién eres para que tu opinión sea tomada en cuenta, o al menos, escuchada. Esto en el contexto académico involucra un mayor número de citas bibliográficas, financiación de proyectos, contribuciones y aplicaciones. Lo que  se refleja en que puedes perder cierta autonomía y al final puede afectar tu salud mental por el enfoque excesivo en la medición del desempeño. En otras palabras, hay que demostrar que eres un “académico exitoso”. 

“…un doctorado es como un contrato. La sociedad invierte en ti y tu proporcionas un retorno de esa investigación en la forma de un mejor entendimiento de… algo” Simon Clark, Ph.D.

¿Valió la pena? 

Lo que viví en mi doctorado jamás lo cambiaría. Para ser honesto, podría decir que fue una muy buena experiencia en todos los sentidos. No sólo crecí académicamente sino también, y más importante para mí, de manera personal. Aprendes a enfrentar tus miedos, estar solo, abrir tus horizontes, valorar y organizar tu tiempo, trabajar en equipo, aprender de tus errores y fortalecer tus virtudes y sobre todo, aprendes a creer en ti. Tienes que tener claro algo, ¡siempre puedes mejorar y siempre cometerás uno que otro “error”! Coincido bastante con Irving Herman y Lucy Taylor en algunas cosas que deberías tener en mente si tienes pensado hacer un doctorado. Al final, mi consejo es que debes evaluar muy bien lo que esperas obtener al realizar un doctorado. No te voy a mentir, no es sencillo y debes mentalizarte que sin importar el día, vas a estar trabajando todo el tiempo.  Aun así, llegará el momento en que lo disfrutarás y a pesar de que el futuro es muy incierto y tengas miedo de fracasar, desde mi punto de vista, si te emociona hacer investigación valdrá la pena. De igual manera, aquí te van unos cuantos consejos para que no te agarren desprevenido (aplican para cualquier área de investigación):

  • Mantener un equilibrio saludable entre el trabajo y la vida. 
  • Encontrar una rutina que te funcione.
  • No te compares con los demás.
  • Tener en cuenta que las cosas no siempre irán de acuerdo al plan.
  • Equivocarse o no entender algún tema no significa que seas un mal estudiante.
  • Debes ser el experto más grande en tu área de tesis. Sin embargo, siempre se puede mejorar y continuamente debes consultar los artículos que se van publicando.
  • Apunta a publicar tus resultados para poder competir y que el resto de la comunidad científica conozca tu trabajo.
  • Se vale tener días muy malos. Se vale sentirse perdido y llorar. Todos tenemos diferentes historias de vida y a veces es necesario buscar ayuda profesional. Tener paz mental es, a mi consideración, de las cosas más imprescindibles en la vida. 
  • Trabaja y se constante. Al final, por más incertidumbres y miedo a fracasar, tu trabajo hablará por sí solo. Tomate un respiro, trabaja y como dicen… un paso a la vez. 

Imagen destacada de Vasily Koloda en Unplash