Exceso de luz, ¿un problema sólo para la astronomía?

Por Andrea Barrera | 19 de enero, 2021

A todos aquellos a quienes se nos ha ocurrido alzar la mirada al cielo para ver las estrellas nos ha asaltado la misma duda, ¿por qué no puedo ver nada (o casi nada)? Sobre todo en una gran ciudad como la Ciudad de México. En invierno, por ejemplo, es común que los niños alcen la mirada buscando a tres estrellas muy famosas (el cinturón de Orión) que en nuestra cultura representan a los Reyes Magos. Si pudiéramos contar las estrellas en una noche común y corriente en la ciudad, serían apenas unos cientos, mientras que, en un cielo rural, se apreciarían hasta miles a simple vista. ¿Qué es lo que nos impide ver esos cielos estrellados de fotografía en las grandes ciudades? La contaminación lumínica.

Imagina que estamos manejando un automóvil en la noche. El camino es oscuro, pero con ayuda de las luces se puede iluminar lo suficiente. De pronto, otro auto en sentido contrario se aproxima y también trae sus luces encendidas. Nos deslumbra y entonces ya no podemos ver nada, ni el camino, ni el auto frente a nosotros, sólo la luz cegadora del automóvil. Eso es lo que más o menos sucede con la contaminación lumínica. Las grandes ciudades están llenas de luces: en espectaculares que iluminan los parques, en las calles y las plazas, otras que apuntan hacia el cielo cuando hay descuentos especiales en las tiendas, y muchas en los edificios y en las casas. Si juntáramos todas estas tendríamos algo parecido a un foco gigante, que nos deslumbra y evita que veamos las estrellas

El uso excesivo e incorrecto de las luces en las ciudades no solo afecta la bonita vista que podríamos tener de las estrellas, sino que también tiene consecuencias en la investigación científica. Disminuyen la efectividad de los telescopios que los astrónomos utilizan para hacer observaciones y así develar los misterios del universo. Además, aumenta el gasto energético pues se utilizan luces donde no se necesitan. Finalmente, puede afectar la salud de los seres humanos y, en algunos casos, los ciclos circadianos de los animales que viven en reservas urbanas como la del Pedregal de San Ángel, en Ciudad Universitaria. 

La fobia a la oscuridad es muy común, pero algo tan bonito como la luz puede tener consecuencias negativas si no se utiliza de la manera adecuada. Ayuda apagando las luces que no son necesarias tanto en en tu casa como en la escuela. Instala sensores para que las luces se enciendan sólo cuando alguien esté en la habitación o las ocupe de verdad. Con menos luces artificiales a tu alrededor, tal vez ahora sí puedas apreciar la maravillosa luz que proviene del universo. 

 

Esta columna es producto del taller “Plumas creativas” impartido durante la Escuela de otoño 2020 de Planeteando

Referencias:
  1. Instituto de Astronomía [IA]. (2012). Contaminación lumínica. Recuperado de: https://www.astroscu.unam.mx/IA/index.php?option=com_content&view=article&id=673&Itemid=273&lang=es
  2. Fierro, F. (1990). La constelación de Orión. Revista Ciencias (18). Recuperado de: file:///C:/Users/andys/Downloads/11137-10879-0-PB.pdf
  3. Montalvo, F. (2011). Las 88 constelaciones. Recuperado de: http://bufadora.astrosen.unam.mx/~montalvo/tconste.html
  4. Lot, A., Pérez, M., Gil, G., Rodríguez, S. y Camarena, P. (2012). La Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel: Atlas de Riesgos. P. 36. Recuperado de: http://www.repsa.unam.mx/documentos/Lot_et_al_2012_Atlas_de_riesgos.pdf.
    
    Imagen de portada: Lu Lu/Unsplash