Viaje al Centro de la Tierra. Parte 3: El Núcleo

Rien de plus capiteux que cette attraction de l’abîme

No hay nada que embriague tanto como la atracción del abismo

Viaje al Centro de La Tierra, Jules Verne

Esta es la última entrega del viaje al centro de la Tierra. Hasta ahora, has recorrido volcanes, cámaras magmáticas, abismos oceánicos y cementerios de placas tectónicas. Todos estos escenarios representan más del 80% del volumen del planeta. Cuando termine tu viaje por el manto y te encuentres con el núcleo, estarías bajo una columna vertical de 3,000 kilómetros de roca, que te separaría de los mares, ciudades, árboles y montañas de la superficie. Quién sabe cuánto tiempo tardarías en llegar a este punto, los pozos más profundos -de tan sólo 12 km de profundidad- han tardado más de una década en terminarse. Tal vez ya habrás olvidado las estrellas, la Luna o el Sol, pero otras maravillas te esperan en tu viaje al centro de nuestro planeta.

No conocemos el núcleo. La interfaz manto-núcleo está a 2,900 kilómetros de profundidad. Aun así, el núcleo tiene un radio de más de 3,000 kilómetros. Con la profundidad, nuestro conocimiento del planeta merma. Si de la corteza sabemos poco y del manto un poco menos, del núcleo no tenemos ni una sola pieza. Toda la información del núcleo procede de fuentes indirectas, como meteoritos metálicos, estudios sísmicos y experimentos de laboratorio. Pero no pongas el grito en la corteza, aún así hay cosas que tienes que saber urgentemente.

Imagen del interior de la Tierra y sus capas, enfatizando el Núcleo externo e interno, las regiones más profundas del planeta.
Las capas de la Tierra. Modificado de http://www.britannica.com

El Inicio del Fin

Después de atravesar el manto, lúgubre y cristalino, tu viaje cambiará de rumbo –o más bien de entorno- drásticamente. Los cristales del manto, grandes, verdes y negros, y el cementerio de placas oceánicas, se transformarán en un mar, pero no de agua. El manto y la corteza están hechos de roca sólida, por lo que atravesarlos sería como atravesar a empellones 500 Murallas Chinas juntas. En comparación, el núcleo sería un lugar menos escabroso, que no ofrecería resistencia porque una parte de él es líquida.

A partir de este punto, la Tierra deja de tener un composición silicatada; es decir, deja de estar compuesta principalmente por silicatos (minerales de silicio y oxígeno) y se convierte en una Tierra metálica o, más bien, una Tierra con corazón de metal.

Ilustración donde se observa la Tierra dividida a la mitad: a la derecha se observan los océanos y continentes, y a la derecha sus capas de la Tierra, en el centro se observa un corazón hecho de piezas de metal.
La Tierra con núcleo de metal. Modificada de Pinterest.

Viaje Turbulento a través de un Imán

Para cruzar el núcleo, primero debes atravesar el núcleo externo. Un océano de metales y líquidos sulfurosos en el que necesitarás ser un navegante muy hábil para evitar naufragar. Este mar de metal tiene una temperatura de más de 5000°C, por lo que seguramente los metales serán azules, rojos, o blancos.

Debido a la rotación del planeta, el mar metálico del núcleo externo escurre y remolinea.  Las corrientes de hierro y níquel se desplazan 40 kilómetros por año. Esta cantidad te parecería muy pequeña, pues no nos movería ni un pelo en caso de que fuera viento —que en los ventarrones se mueve a 50 km/h— pero es muy rápido comparado con la velocidad a la que se mueve todo adentro del planeta. Imagina: las placas tectónicas y el manto se mueven a la velocidad a la que crecen las uñas, apenas 2-3 cm al año. Durante todo tu viaje viviste en el mundo tortuga, pero en cuanto llegas al núcleo externo todo revolotea de nuevo. Acá te pongo unas imágenes de cómo creemos que son los remolinos de metales en el núcleo externo.

Cuatro paneles muestran diferentes tipos de simulaciones de la turbulencia en el núcleo externo
Simulaciones de la turbulencia en el núcleo externo. Imagen de Schaeffer et al. (2017)

Los metales del núcleo están cargados eléctricamente, y gracias a ello la Tierra tiene un súper escudo protector, o campo magnético (¡gracias por todo, núcleo!). En el mar de metales probablemente podrías ver chispazos a tu alrededor producidos por el intercambio de electrones entre las distintas corrientes metálicas. Este campo eléctrico generado por la circulación de electrones, a su vez, genera un campo magnético .

Desde el siglo XIX se observó que al poner una brújula cerca de un cable por el que circula una corriente, la aguja de ésta empezaba a moverse. En física, las leyes de Maxwell explican la íntima relación que existe entre campos eléctricos y campos magnéticos en movimiento. En resumen, una de estas leyes enuncia que un campo eléctrico en movimiento, como el que ocurre dentro del núcleo externo, genera un campo magnético. El campo magnético generado en el núcleo externo se expresa en la superficie de la Tierra y aún en el espacio exterior.

Efecto de Oersted, en el que un cable por el que circula una corriente eléctrica genera un campo magnético distinto al campo magnético terrestre, lo que modifica la orientación de la aguja de la brújula.

El campo magnético generado en el núcleo externo cubre a la Tierra como un escudo contra las partículas súper energéticas que proceden del Sol o de otras estrellas. En realidad, este campo magnético es invisible y no podrás verlo durante tu viaje, pero sí verás los chispazos e igual y te das unos toques (de electricidad). Lo que sí es que habrás visto lo que nadie en el mundo: un imán líquido.

Ilustración del campo magnético generado desde el núcleo de la Tierra y la manera en la que deflecta las partículas provenientes del Sol.
El campo magnético terrestre se origina en las corrientes metálicas del núcleo externo y nos protege de las partículas energéticas que emite el Sol. Imagen de ESA/ATG medialab

Corazón de metal

De súbito, a 5,155 kilómetros de profundidad, el océano metálico se acaba y chocarías contra una pared metálica y sólida: la gran bola de metal que es el núcleo interno. La Tierra, tan llena de vida y rocas en su superficie, tiene como corazón una canica gigante de hierro y níquel. En el núcleo interno se concentran los metales preciosos para la humanidad: oro, platino, cobalto; sin embargo, son un yacimiento que probablemente nunca será accesible para ningún ser humano.

Foto del meteorito metálico, meteorito de Bacubirito.
Meteorito de metal con cristales de olivino. Este meteorito probablemente procede de la zona de transición entre el núcleo y el manto de otro planeta. Imagen tomada de Pinterest.

La apariencia del núcleo interno se ha inferido a partir de algunos meteoritos metálicos que han caído a la Tierra, y que se piensa que proceden de los núcleos de otros planetas que estallaron en pedazos. Algunos de estos meteoritos han caído en México y puedes verlos expuestos en el Palacio de Minería en el Centro Histórico de la Ciudad de México.

Meteorito metálico caído en México conocido como meteorito de Bacubirito, actualmente expuesto en el Centro de Ciencias de Sinaloa. Imagen tomada de masdemx.com

Una vez atravesado el núcleo interno, al fin estarás en el centro de la Tierra. A tu regreso, el núcleo interno habrá aumentado de tamaño. Debido al enfriamiento del planeta, el núcleo se está enfriando; por lo que los metales líquidos del núcleo externo están solidificándose y el núcleo interno se hace más grande. Es como si pusieras un vaso con agua y hielo en el congelador; debido al enfriamiento, la fase sólida -el hielo- crecería con respecto a la fase líquida -el agua. Bueno, la verdad es que el crecimiento del núcleo interno a tu regreso sería imperceptible, pues se calcula que crece aproximadamente 1 mm por año.

En el núcleo, la manzana no cae

La gravedad complicaría un poco tu viaje por el núcleo, pues tendrías que acelerar más si quisieras llegar al centro de planeta. La fuerza de gravedad es aquella que ejercen los cuerpos de gran masa sobre cuerpos con menor masa. En nuestro caso, es la masa de todo el planeta la que atrae nuestros cuerpos hacia su centro y es la que nos mantiene anclados a la superficie -la que hace caer la manzana. Sin embargo, la gravedad en la superficie es distinta a la gravedad dentro del planeta.

Durante tu viaje, la masa bajo tus pies disminuiría progresivamente conforme te acerques al centro. Más del 80% del volumen del planeta es ocupado por la corteza y el manto; por lo que cuando te acerques al núcleo habrá muy poca masa bajo tus pies. Dado que la masa sería cada vez menor, no te atraería al centro tanto como en la superficie. De hecho, lo más probable es que en el núcleo la atracción la sientas hacia la superficie, es decir, como si la Tierra te regresara por donde viniste.

Durante tu antigravitatorio viaje por el núcleo interno llegarás al centro del planeta donde, dado que no hay masa, no hay fuerza de gravedad. Sería como ir al espacio pero en realidad estarías 6,371 kilómetros bajo los pies de la humanidad.