Un geólogo beatificado

Nacido el 11 de enero 1638 (en realidad, nació un 1 de enero; pero cambiamos de calendario hace algunos siglos… larga historia) en Copenhague, Dinamarca, Nicolás Steno (Niels Stensen o Nicolaus Stenonis) fue un niño idealista educado por una familia luterana. Desde temprana edad, Steno se interesó por la botánica y la anatomía humana, de la mano del médico de la corte en aquel momento, Simon Paulli.

A los 18 años ingresó a la universidad de Copenhague, que estaba frente a la reconocida escuela donde realizó sus estudios básicos. Aunque desde la escuela básica demostró interés por la botánica, la medicina, la geometría o la química de los tintes -por influencia del taller de herrería de su padre-, no fue sino hasta la universidad que inició su verdadera carrera científica. A los 22 años termina la universidad, y con ayuda de sus profesores científicos y algunos eclesiásticos, emprende un viaje por Europa: muy común para los estudiantes de medicina en ese entonces. En Países Bajos, Steno disectó perros, cabras y humanos en los que descubrió conductos y glándulas en la boca, nariz, ojos, hasta en las mamas; además de estudios en órganos y venas.

En 1664, después de defender sus experimentos, obtiene el grado de doctor en medicina. Desde 1666 se mueve al norte de Italia, donde permanece como miembro de la corte y como protegido de los Medici. Ahí incursionó en el estudio matemático y geométrico del movimiento de los músculos.

Mientras Steno seguía en Florencia disectando peces, crustáceos y perros; un tiburón blanco fue capturado en Livorno. Para este momento Steno ya era un reconocido anatomista que formaba parte de la élite intelectual italiana; por lo tanto, le llevaron el cráneo del tiburón. Su escrito sobre este hallazgo se hizo famoso, no tanto por las aportaciones anatómicas sino porque propuso que una roca conocida hasta el momento como glossopteris, que vió en sus viajes a los Alpes y que era muy conocida por los naturalistas, era de origen orgánico, por su parecido con el diente del tiburón actual. Este descubrimiento lo llevó, a finales de 1666, a describir las conjeturas por las que se le conocería como el padre de la geología: 1) el suelo del que se excavan los cuerpos que parecen partes orgánicas no parece estarlos formando hoy; 2) dicho suelo no parece haber sido sólido cuando dichos cuerpos se formaron en él; 3) no hay ninguna contradicción a la creencia de que dicho suelo estuvo cubierto y mezclado por agua en el pasado; 4) nada nos previene de decir que dicho suelo fue un sedimento depositado gradualmente por el agua; 5) no hay objeción a pensar que los objetos que parecen partes de animales que se excavan del suelo fueron, en realidad, partes de animales.

En 1669, después de realizar varios viajes en Toscana, Steno escribe su libro De Solido, donde estipuló principios de estratigrafía que siguen enseñándose hasta ahora en las clases de geología: 1) el principio se superposición de estratos; que establece que un estrato es más joven que el que tienen abajo y mas antiguo que el que está arriba, 2) el principio de horizontalidad original, que establece que los estratos de depositan horizontalmente; 3) principio de continuidad lateral, que establece que los estratos se depositan de manera continua lateralmente y cualquier interrupción es secundaria; 4) principio de intersección, que estipula que las discontinuidades que cortan a los cuerpos rocosos son posteriores a estos; 5) principio de inclusión, cualquier cuerpo mineral o rocoso contenido dentro de otro es más antiguo que la masa que lo rodea.

En 1667 Steno se convierte al catolicismo, lo que lo llevó a estudiar diariamente textos eclesiásticos para tratar de contestarse preguntas controversiales. Su devoción a Dios la combino con el continuo estudio de temas geológicos y anatómicos. Hasta 1674 fue tutor del príncipe de Toscana. En este mismo año, por órdenes de sus superiores, Steno fue consagrado Obispo.

Como obispo, Steno recibió muchos conversos al catoliscismo, dado que su forma de vida simple y humilde era inspiradora. A Steno no le gustaron las labores como obispo y pidió un año para llevar a cabo otros estudios; sin embargo, este permiso no fue otorgado y fue enviado a una región de Alemania donde reinaba la religión luterana, para hacerse cargo de una iglesia católica independiente del palacio y asegurar la prevalencia de la fe católica en la región. Steno murió en este cargo en 1686 y, por ello, fue beatificado en 1988.

Hasta antes de los aportes de Steno, se sabía muy poco del significado de las rocas; por ello, se le considera el padre de la geología. Pero no solo es el padre, sino el beato de la geología: Santo padre Steno.

Toda la información e imágenes son de Kardel, T., Maquet, P. (eds.), 2013, Nicolaus Steno: biography and original papers of a 17th century scientist. Springer, New York.