Texto de Ana Rebeca Lomelí Álvarez
Cuando hablamos de agua y su cuidado, a menudo nos imaginamos acciones como bañarnos en menos de 5 minutos, hacer brigadas para recoger la basura de los ríos y arreglar las fugas de la casa, pero ¿qué pasa con el agua que usamos?, ¿de dónde viene?, ¿será este un recurso común que puede ayudarnos a pensar el territorio de una manera diferente? De estas y muchas otras preguntas es que surge el concepto de Cuenca hidrográfica con el geógrafo francés Philippe Buache a mediados del siglo XVIII.
Antes de hablar de las cualidades de la visión de cuenca, sugiero que comencemos con las definiciones. Una cuenca hidrográfica en su explicación más natural, es un territorio delimitado por un parteaguas cuyos escurrimientos convergen en un punto, en un río principal o en un cuerpo de agua, que pueden o no drenar en el mar. La diferencia con las cuencas hidrológicas, radica en que las primeras consideran las aguas subterráneas y superficiales, mientras que las segundas —las cuencas hidrográficas— solo contemplan las aguas superficiales. Sin embargo, ambas son unidades de análisis del ciclo hidrológico y del cambio climático.
Principalmente existen tres tipos de cuencas dependiendo el tipo de drenaje: endorreicas, exorreicas y arreicas. Las primeras, son aquellas donde los afluentes o arroyos convergen en un lago o laguna interior sin comunicación superficial con el mar. El segundo tipo son cuencas en donde los afluentes convergen en un río principal que desemboca en el mar. Mientras que en las arreicas la evaporación es un proceso dominante en el que los ríos no logran tener un gran caudal y son intermitentes o el agua se infiltra rápidamente en el suelo (Figura 1).
Figura 1. Tipos de cuencas hidrográficas: A) endorreica, B) exorreica y C) arreica
Además, las cuencas son sistemas que pueden subdividirse en zonas funcionales de acuerdo con el número y procedencia de los ríos, en las que se llevan a cabo funciones importantes para los procesos en conjunto. Estas zonas son se clasifican en: alta, media y baja.
Figura 2. Zonas funcionales de una cuenca. Imagen tomada de REMEXU, 2013
En la zona alta nacen los primeros escurrimientos y ríos de la cuenca. Su principal función es la de infiltración —aunque este proceso puede darse en cualquier parte de la cuenca, pues depende de las propiedades del suelo—. En algunos casos, dependiendo de la geología, también se da la recarga de acuíferos, (lo que permite que podamos extraer y consumir el agua subterránea). Además, en esta zona los arroyos —al tener mayor energía— erosionan y transportan una gran cantidad de sedimentos, nutrientes y materiales a la cuenca.
En la zona media se unen los primeros escurrimientos. Hay transporte de nutrientes y sedimentos, pero comienza a haber acumulación de estos materiales al encontrar obstáculos durante el recorrido (como rocas, ramas, pequeñas pozas), debido a que la energía es menor en comparación con la zona alta porque la pendiente va disminuyendo. Por ello es que pueden establecerse cultivos, y se facilita el pastoreo para el ganado o la construcción de casas y ciudades.
En la zona baja se unen los afluentes para formar el río o cuerpo de agua principal. La pendiente es mucho menor y por lo tanto la energía también, por lo que domina el proceso de depósito. Puede haber eutrofización o cambios en la calidad del agua por los aportes de las zonas anteriores. Así que el agua que consumimos viene de los procesos de alguna zona funcional y la desechamos hacia otra.
Pero y…¿además de agua, qué más nos brindan las cuencas? A los beneficios tangibles o intangibles que obtenemos de la naturaleza, se les llama Servicios ecosistémicos (SE), que pueden ser clasificados de diferentes formas, pero actualmente la clasificación más utilizada es la de la Evaluación de los Ecosistemas del Milenio (MEA, por sus siglas en inglés) del año 2005.
En esta se reconocen cuatro grandes grupos de servicios ecosistémicos: soporte (como el hábitat de especies, biodiversidad y el ciclo hidrológico), regulación (por ejemplo la regulación de la calidad del agua y el aire, la polinización y la regulación de la temperatura), provisión (obtención de alimentos, agua, minerales y madera) y culturales (belleza escénica, tradiciones asociadas a alguna especie, turismo y esparcimiento). ¿Te imaginas que en tu ciudad no hubiese ni un árbol en el cual refugiarse del sol de mediodía?, ¿o que las abejas, aves y otros polinizadores desaparecieran y ya no existiesen tus frutas favoritas?
Figura 3. Ejemplos de Servicios ecosistémicos: A) provisión de alimentos (imagen superior izquierda), B) polinización (imagen superior derecha), C) hábitat (imagen inferior izquierda) y D) beneficio recreativo (imagen superior derecha). Imagen tomada de la FAO
Los SE hacen explícita la relación sociedad-ecosistemas, pues nos hablan de que dependemos de los sistemas naturales y su salud, para nuestra calidad de vida y actividades, por lo que no solo hablamos de un territorio delimitado geográficamente sino también del espacio ecológico, hidrológico y social que vincula —en tiempo y espacio — a la sociedad, el ambiente, la cultura y la historia.
Entonces, para mantener la funcionalidad de las cuencas y obtener estos beneficios es necesario comprender que cada zona funcional cumple un papel importante dentro del sistema, y que a su vez de estos procesos naturales dependen las actividades y bienestar humano.
De esto es de lo que hablamos cuando queremos hacer un manejo integral de cuencas y cuidar el agua, desde administrar y pensar el territorio como un escenario compartido hasta hablar de las actividades que la cuenca nos permite realizar sin alterar irreversiblemente sus procesos. Hablamos del agua como recurso común entre los ecosistemas y la sociedad, pero también hablamos del término “vecinos del agua”, donde lo que pase aguas arriba genera un impacto que irá sumándose a otros y que tarde o temprano llegará aguas abajo.
Referencias:
Flotemersch, J. E., Leibowitz, S. G., Hill, R. A., Stoddard, J. L., Thoms, M. C., & Tharme, R. E. .2016. A watershed integrity definition and assessment approach to support strategic management of watersheds. River Research and Applications, 32(7), 1654-1671.
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Manson, R. H. 2017. EL PAPEL DEL BOSQUE MESÓFILO DE MONTAÑA EN LOS PROGRAMAS “PAGOS POR SERVICIOS AMBIENTALES HIDROLÓGICOS” EN MÉXICO. AGROProductividad, 10(1), 44-50.
Red Mexicana de Cuencas Hidrográficas (REMEXU). 2013. Cuencas hidrográficas. Fundamentos y perspectivas para su manejo y gestión.
Red Mexicana de Cuencas Hidrográficas (REMEXU). 2018. Servicios ecosistémicos. Fundamentos desde el manejo de cuencas.