Imagina que has tomado la decisión de usar la bici como medio de transporte y no el automóvil, ¿Tu decisión cambió nuestro futuro climático o el resultado ocurrió en otro lugar? En esta ocasión vamos a hablar de mundos posibles y qué relación tiene con los resultados de los modelos climáticos.
Quizá parezca de ficción la existencia de mundos posibles, algo que sólo ocurre en películas, como la última de los Avengers, en el que se pueden crear otras realidades independientes a nuestra línea temporal o en series como Rick y Morthy, algo de lo que ya se habló en Planeteando, pero hay que clarificar qué entendemos por mundos posibles en este contexto y su relación con los modelos.
Antes de continuar, debemos tener en mente que hay distintos tipos de mundos posibles. No son los mismos, primero porque el acceso a cada uno de ellos es diferente, segundo, porque lo que contiene cada uno son cosas que difieren entre ellas y tercero, se usan con otras finalidades, además de divertirnos cuando vemos las locuras que hacen Rick y Morthy. Así que los mundos posibles pueden diferir en tres aspectos: su utilidad, contenido y acceso.
Podríamos decir que hay al menos tres conjuntos de mundos posibles: lógicos, metafísicos y físicos (Skyrms, 1976). Cada uno de ellos tiene recetas diferentes para poder decir que algo es un mundo posible. Para no abundar mucho, algo es lógicamente posible si no implica contradicción lógica; la posibilidad metafísica es un poco más complicada, en algunos casos supone que algo es metafísicamente posible si es concebible (Chalmers, 2002 ) y por último, algo es físicamente posible si no contradice el conjunto de cosas establecidas por nuestras mejores teorías científicas. Es en este último donde entran los mundos posibles de los modelos climáticos (Katzav, 2014).
Los modelos, entre algunos de los usos que les damos, nos ayudan a simular interacciones que existen entre variables climáticas. Nos pueden a ayudar a describir situaciones futuras de algún evento dado para un tiempo, por ejemplo: nos pueden ayudar a saber cuál podría ser la temperatura media global para el año 2050. A eso es a lo que podemos llamar una situación físicamente posible, que depende de un conjunto de cosas que sabemos y otras que, en principio, podemos suponer, como que la actividad humana siga siendo la misma o mantenga el mismo ritmo de crecimiento.
Pese a lo anterior, los modelos climáticos pueden dar varios resultados en sus distintas simulaciones, no sólo por cómo son construidos; sino por el sistema que están simulando es complejo, en el que sus variables pueden cambiar. Dicho esto, ¿cómo sabemos qué mundo posible es el que nos tocará, dadas ciertas condiciones? Podríamos seguir al pie de la letra lo que nos recetan los modelos y aún así terminar en un mundo posible que no nos esperábamos, además de que suelen ser muchos.
Como ya dijimos anteriormente, el acceso a los mundos posibles depende de una receta: la de los mundos físicamente posibles depende del conjunto de cosas que conocemos, tal que algo es físicamente posible si no contradice lo que establecen nuestras mejores teorías científicas y dada la evidencia disponible. Esto tiene limitaciones, primero porque puede que haya cosas que desconocemos; desconocimiento que puede ser de distintos tipos: epistemológico u ontológico. Cada una de esas divisiones tiene más que podríamos ver en otro artículo, sin olvidar que desconocimiento, como falta de conocimiento, no es lo mismo que incertidumbre (Reed, 2011). Sin agregar más: puede que haya cosas que desconocemos y no las estemos agregando a nuestros modelos climáticos, lo que nos puede llevar a otro mundos físicamente posibles; pero que no son cercanos a nuestro mundo, que ahorita hablaremos de cercanía.
Lo que podemos decir hasta ahora es que el acceso a esos mundos es a través de los modelos, su contenido son sólo situaciones que son físicamente posibles, así que, lo siento, no habrá Avengers que nos lleven a otro planeta y respecto a su utilidad es una cuestión más complicada; porque quizá sólo queremos saber cuál va a ser la temperatura media global para el año 2100, por mero conocimiento o tal vez porque queremos cambiar nuestra situación y tratar de remediarla. Se pueden dar las dos situaciones también. Y digo esto porque no todos los mundos posibles se usan para lo mismo: en lógica se usan para evaluar la necesidad o contingencia de la verdad o falsedad de alguna proposición (Kripke, 1972). Por ejemplo: se puede evaluar si es una verdad necesaria que el número atómico del cloro es 17 o sólo es contingente. Respecto a cuestiones como ¿Con qué finalidad construimos modelos climáticos? Demanda una respuesta que no se podrá desarrollar aquí; pero debe quedar claro que sus usos pueden ser varios.
Si un modelo climático describe situaciones físicamente posibles, ¿cómo sabemos a cuál vamos a llegar? Aquí entra en juego otras cosas como la cercanía de mundos físicamente posibles y el tipo de entidades que son, aunque en principio todas son físicamente posibles, es decir, que pueden ocurrir en nuestro mundo, unas parecen ser más reales que otras (Betz, 2015). Para poder determinar la cercanía de los mundos posibles podemos echar mano de una cinta métrica: la probabilidad. Se cree que esta puede cuantificar la posibilidad, al menos física (Rolleri, 2002). Aunque eso no excluye que haya otros métodos; pero por mor del argumento, vamos a suponer sólo la probabilidad.
Imagina que el sistema solar son los mundos físicamente posibles. Nosotros estamos parados en el planeta Marte y nuestra cinta métrica, la probabilidad, nos dice cuál es el planeta más cercano a nosotros. En este caso, los planetas más cercanos son Tierra y Júpiter, así que les adscribiríamos un número más cercano a uno, donde uno es el mundo posible actual. Conforme nos vayamos alejando hacia Mercurio o Urano, la probabilidad se va acercando a cero o, en otras palabras, son mundos físicamente posibles menos reales o más remotos. Probabilidades cercanas a uno son mundos físicamente posibles más reales que aquellos con probabilidad cercana a cero. Aunque debemos ser conscientes de que puede haber otros métodos para saber qué posibilidades son más cercanas a nuestro mundo actual, donde este se entiende como el estado de cosas actuales.
Determinar qué mundo es el que de hecho va a ocurrir para dentro de veinte años es una labor complicada. Podríamos justificarnos si decimos que si el mayor número de modelos climáticos, dada la misma evidencia y mismos parámetros, nos arrojan los mismos resultados, entonces son confiables (Weinsberg, 2006); pero eso no excluye la posibilidad de que estén siendo sesgados por los métodos que estamos usando para su construcción. O tampoco se excluye que el sistema que tratan de modelar es en sí mismo caótico y que ya no depende de nosotros el saber en cuál estaremos. Así que necesitamos métodos que nos puedan a ayudar a saber qué mundo, de todos los físicamente posibles, son situaciones más cercanas a la nuestra.
Los mundos físicamente posibles no son como los planetas, que están allí, en algún lugar, esperando a ser encontrados, o al menos eso creen algunos. Aunque es una discusión acalorada sobre qué tipo de entidades son esos mundos posibles, es decir ¿Qué es un mundo posible? Las respuestas pueden variar, incluso dentro de la ciencia misma como lo es la interpretación de muchos mundos en mecánica cuántica (Everett, 1957) que sostiene que para experimentos con diferentes resultados posibles, que podrían ser como los resultados de nuestros modelos climáticos, todos son el caso, es decir, ocurren, pero en otros mundos que existen en otro lugar y de los cuales no somos conscientes. Así como filósofos como Lewis (1986) creen que esos mundos posibles existen, pero no están conectados con el nuestro, espacio-temporalmente hablando, y por mundo se entiende como un universo completamente diferente al nuestro. La discusión se mantiene hoy en día (Menzel, 2017).
Las posibilidades físicas pueblan nuestro mundo y podemos acceder a ellas a través de nuestros modelos, pues pueden describir el posible estado de cosas en un futuro. También podemos saber cuál es el contenido de ese mundo, las cosas que podemos describir con lo que sabemos, y su utilidad puede variar, porque eso podría depender de ciertos intereses que aquí no hablamos. Ahora, qué entidades son esos mundos físicamente posibles, porque ya vimos que en mecánica cuántica puede tener otro significado, cómo podemos confiar en las predicciones de los modelos, si sabemos que no tenemos información completa y cómo sabemos qué posibilidades son más reales, en cierto sentido, son preguntas que aún demandan trabajo, porque de eso dependen las decisiones que podemos tomar hoy en día; pero una cosa puede ser clara: los modelos climáticos están estrechamente relacionados a los mundos posibles.
Referencias:
Betz, G. (2015). Are climate models credible worlds? Prospects and limitations of possibilistic climate prediction. European Journal for Philosophy of Science, 5(2), 191-215.
Chalmers, D. (2002). “Does conceivability entail possibility?” Conceivability and possibility, 145-200.
Everett, H., 1957, ‘Relative State Formulation of Quantum Mechanics’, Review of Modern Physics, 29: 454–462; see also ‘The Theory of the Universal Wave Function’, in B. De Witt and N. Graham (eds.), The Many-Worlds Interpretation of Quantum Mechanics, Princeton NJ: Princeton University Press, 1973.
Katzav, J. (2014). The epistemology of climate models and some of its implications for climate science and the philosophy of science. Studies in History and Philosophy of Science Part B: Studies in History and Philosophy of Modern Physics, 46, 228-238.
Kripke, S. A. (1972). Naming and necessity. In Semantics of natural language (pp. 253-355). Springer, Dordrecht.
Lewis, D. (1986). On The Plurality of Worlds, Oxford: Blackwell.
Menzel, C. (2017) “Possible Worlds”, The Stanford Encyclopedia of Philosophy (Winter 2017 Edition), Edward N. Zalta (ed.), URL = <https://plato.stanford.edu/archives/win2017/entries/possible-worlds/>.
Reed, B. (2011) “Certainty”,The Stanford Encyclopedia of Philosophy (Winter 2011 Edition), Edward N. Zalta (ed.), URL = <https://plato.stanford.edu/archives/win2011/entries/certainty/>.
Rolleri, J. L. (2002). La probabilidad como grado de posibilidad. Crítica, 34(101), 3-26.
Skyrms, B. (1976). Possible worlds, physics and metaphysics. Philosophical Studies, 30(5), 323-332.
Weisberg, M. (2006). Robustness analysis. Philosophy of Science, 73(5), 730-742.
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