La contaminación por ruido es un tema que de algún modo ha sido poco explorado, sin embargo, tiene repercusiones significativas en la calidad de vida de los organismos que habitan en las ciudades, principalmente, y zonas aledañas. De este modo podemos preguntarnos ¿Cómo comenzar a reducir el impacto del ruido que ya generamos y evitar crear más? Aunque existen algunas alternativas aún hay mucho por hacer.
Por Fernando Ramírez Medina
Cierra los ojos y escucha. Puedes estar en tu habitación, en el patio, en un parque o quizá viajando en el metro de tu ciudad. ¿Oyes el sonido de los coches andando, el chirrido de una camioneta de fierro viejo frenando o como yo las mismas 15 canciones en un loop infinito que los vecinos han escuchado toda la semana? Cuando hablamos de contaminación, lo primero en lo que pensamos es en los gases de los escapes, la basura o incluso los derrames de petróleo en el océano, pero hay otro tipo que quizás no conozcas. La contaminación por ruido también existe y, como cualquier otro tipo de contaminación, es un problema social, relacionado con lo que hacemos.
Siendo sinceros, el mundo odia la contaminación acústica. No sólo quienes vivimos en las ciudades cargamos el peso del ruido, sino que éste está afectando los rincones más remotos del planeta. Búhos, delfines y plantas lo resienten; el ruido impacta la manera en que se comunican. Vocalizaciones como píos, gruñidos y canciones son clave para que encuentren pareja, se alerten unos a otros sobre el peligro o sepan dónde buscar comida. El detalle es que en el reino animal la contraparte debe recibir el mensaje en formas precisas, inalteradas, para que el significado no cambie. Cuando algún pájaro emite un sonido de alarma, los demás responden a él cambiando su comportamiento de forrajeo para así estar alertas ante un posible depredador o autobús que los pudiera atropellar. Se han registrado escenarios donde el llamado de alarma ya no recibe respuestas debido a la cantidad de ruido alrededor.
Podemos comprender a lo que se enfrentan estos organismos cuando estamos en alguna fiesta o antro. En algún punto, cuando intentamos comunicarnos con algún amigo o pedir algo en la barra, nos vemos en la necesidad de gritar y aun así puede que no nos escuchen. Una solución posible es gesticular más o acortar las frases, decir algo más corto que si se logre distinguir, pero un mensaje más simplificado puede llevar a una vinculación social más deteriorada.
Al conocer más del tema, podemos preguntar ¿Cómo comenzar a reducir el impacto del ruido que ya generamos y evitar crear más? Actualmente algunas áreas protegidas alrededor del mundo han implementado servicios de transporte colectivo para reducir el tráfico, además se han alineado los patrones de vuelo de los aviones a las carreteras abajo para dejar áreas sin ruido. En nuestro día a día también podemos adoptar algunas medidas: elegir nuestros medios de transporte, las industrias que apoyamos y como nos desenvolvemos en los espacios naturales que encontramos a nuestros alrededores. Esto no soluciona del todo la problemática, pero puede acercarnos a traer de vuelta un poco de paz y tranquilidad a nuestro entorno. El silencio es necesario, ¿no crees?
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